¿A quién favorece y a quién perjudica la inflación y la deflación? Desempleo, deflación y deuda

Original aquí
En principio, la inflación ayuda a los deudores y perjudica a los acreedores. Con la deflación ocurre justo lo contrario: perjudica a los deudores y ayuda a los acreedores. Dado que las personas ricas tienen muchas más probabilidades de ser acreedores y de tener dinero en el banco y acciones; es bastante probable que la inflación no les guste en exceso. Por su parte, las clases medias suelen tener hipotecas y saldos pendientes en las tarjetas de crédito; por consiguiente, tratarán de evitar una deflación (más detalles en Krugman: el comité de la deflación). Para Friedman la inflación y la deflación son siempre problemas monetarios: la inflación se debe a un exceso de dinero en la economía (sin crédito bancario no hay inflación), mientras que la deflación se debe a una insuficiencia de liquidez. Para este autor, los banqueros centrales para contener una depresión "deben subirse a un helicóptero lleno de dinero y esparcirlo": metáfora del helicóptero (más detalles sobre inflación y deflación aquí, aquí, aquí y aquí).


The Bosses of the Senate, 1889
Un ejemplo. A finales del siglo XIX, la elite norteamericana se movilizó para derrotar a William Jennings Bryan, que pretendía sacar a EEUU del patrón oro en un periodo de deflación. En este sentido, el coste de la campaña electoral, expresado en términos del PIB fue mucho más elevado en 1896 que en cualquier otra elección presidencial, anterior o posterior (sobre el coste de las elecciones en EEUU, aquí, aquí, aquí y aquí). El resultado fue el esperado. En las elecciones de 1896 a la presidencia de EEUU se enfrentaron: por una parte, Bryan, candidato del Partido Demócrata, puritano que cuestionaba a Darwin, que estaba en contra del patrón oro, con fuerte apoyo popular entre los estados centrales y rurales del sur y sobre todo estaba en contra de los grandes monopolios y corporaciones industriales; y, por otra parte, McKinley, candidato del Partido Republicano, apoyado financieramente por los Robber Barons -Rockefeller, Carnegie y Morgan- y en general por las grandes fortunas del noreste de EEUU. Con una participación superior al 90%, las elecciones fueron ganadas por… McKinley… y todo siguió igual. En esos años surge la figura de Theodore Roosevelt, gobernador de Nueva York y héroe de la guerra hispano-norteamericana en Cuba, quién también está en contra de las grandes corporaciones. La jugada de los Rober Barons consistirá en ofrecer a Roosevelt la vicepresidencia del partido republicano. En las elecciones presidenciales de 1900, Mckinley vuelve a derrotar a Bryant y Roosevelt es nombrado vicepresidente (más detalles sobre lo que sucedió aquí).

Otro ejemplos más cercanos en el tiempo. La inflación de la década de 1970 debida a la crisis del petróleo fue muy negativa para los mercados bursátiles (aquí). En la actualidad, debido a su posición acreedora, Alemania ha acabado influyendo en las políticas de los países de la UE (más detalles aquí y aquí). Veamos el cómo.

Los bancos centrales han intentado inyectar la máxima liquidez posible desde que la crisis comenzó en el verano del 2007. No obstante, se encuentran con la barrera del 0%. En principio, los tipos de interés no pueden disminuir más o, en otras palabras, no pueden ser negativos (una explicación sencilla aquí). Algunos han traspasado esa barrera de forma indirecta, como el propio BCE (penalizando los depósitos de los bancos con un 0.20%) pero hasta ahora ninguno se ha planteado aplicar tipos de interés negativos a los depósitos de los particulares o empresas en los bancos.

¿Por qué tenemos unos tipos de interés tan bajos en la actualidad? Se suelen ofrecer dos interpretaciones (más detalles aquí).

i. Interpretación keynesiana. El exceso de ahorro mundial ha conducido a una situación en la cual el equilibrio de las economías occidentales (entendido como la existencia de demanda suficiente para conseguir el pleno empleo) solo es posible si los tipos de interés reales son negativos. Dado que dicho equilibrio no es posible conseguirlo exclusivamente con la política monetaria (los tipos nominales no bajan de cero y es difícil y peligroso generar expectativas de inflación más alta), los economistas keynesianos apuestan por los estímulos fiscales: unos tipos de interés bajos facilitarían la financiación del déficit resultante y la expansión económica posterior generaría una mejora de los ingresos.

ii. Interpretación neoclásica. Los economistas neoclásicos consideran que los tipos de interés extremadamente bajos son el resultado de políticas aplicadas durante los últimos veinte años. Esto ha provocado un crecimiento económico por encima del verdadero potencial de las economías y, al mismo tiempo, ha generado elevados niveles de endeudamiento. En otras palabras, las mejoras del nivel de vida de los hogares se basaron en el endeudamiento creciente y no en la generación de más producción y riqueza. Los tipos de interés bajos han provocado burbujas especulativas y crisis financieras. Incluso ha conducido a la política monetaria a la compra directa de deuda pública por parte de los bancos centrales. Algo que no es demasiado ortodoxo. Las economías actuales no pueden soportar periodos de bajo crecimiento y desendeudamiento. Asimismo, la inyección de nuevos estímulos harían incrementar la inestabilidad económica y financiera.

En cualquier caso, la economía europea no acaba de arrancar (incluso apunta hacia la depresión). ¿Por qué?

Según el economista japonés Richard Koo (p. 21), Europa se encuentra en una recesión de balance, en la cual las personas y las empresas han decidido pagar sus deudas en lugar de pedir dinero prestado (fijaros en el gráfico), aunque los tipos de interés sean muy bajos y estén cercanos al cero por ciento. Según Koo, en este tipo de recesión la política monetaria no funciona (no sirven para nada reducir los tipos de interés). Tampoco sirven los recortes de impuestos dado que aumentan el ahorro de los hogares que los incentiva a pagar cuanto antes la deuda. O sea, si las familias y empresas están ahorrando (ni consumen ni invierten) la economía no acaba de "carburar". Pensad en una simple ecuación contable de oferta y demanda agregada, Y (producción) = Consumo + Inversión + Gasto Público + (Exportaciones-Importaciones). Para que se mantenga dicha igualdad el gobierno debe incurrir en un aumento del déficit público. Esto significa que para que el dinero o los capitales no salgan de España, Portugal, Italia, Irlanda y Grecia con dirección hacia los países del norte de Europa (siempre es preferible comprar bonos en los países más seguros), los países periféricos han tenido que ofrecer un rendimiento más elevado en su deuda pública. Y claro un aumento del déficit público provoca un aumento de la deuda que desincentiva el crecimiento económico. Así que a continuación, los gobiernos periféricos han optado por reducir el déficit público con las denominadas políticas de austeridad. En otras palabras, hogares, empresas y gobierno (sector público) están intentando reducir su endeudamiento al mismo tiempo y esto a lo que conduce es a una recesión muy severa. De hecho, nos podemos ver envueltos en una pesadilla económica caracterizada por deflación, desempleo y deuda. Y si encima una economía no es productiva ni competitiva (por ejemplo, la española), tampoco el saldo comercial (diferencia entre exportaciones e importaciones) sería favorable. Más información en esta excelente comparación entre España y Reino Unido realizada por el Instituto Bruegel.

Datos 2011
Para Koo la única solución consistiría en incrementar el gasto del gobierno que además podría endeudarse porque los tipos de interés están muy bajos (endeudamiento casi gratuito). ¿Hasta cuándo? Hasta que la economía esté en una situación en la cual las empresas y las familias puedan volver a pedir dinero prestado, y de esa forma el sistema financiero vuelva a funcionar con normalidad. Paralelamente habría que avanzar en la unión fiscal o en los eurobonos. Los eurobonos consistirían en emitir deuda pública a escala comunitaria de tal forma que una entidad supranacional no diferenciase entre países miembros. Es decir, los países con más dificultades para vender su deuda por sus altos intereses, ahora ya no tendrían que preocuparse puesto que se establecería un interés igual para todos los países miembros. ¿Quiénes perderían? Aquellos países que verían aumentar su coste de financiación de manera importantísima: Alemania, Francia y los países nórdicos. En definitiva, esto a corto plazo es prácticamente imposible. Probablemente si fuéramos alemanes, holandeses o daneses tampoco lo veríamos claro.

The Economist
Más interpretaciones sobre la crisis económica actual. Larry Summers (sobrino de Paul Samuelson) ha planteado la hipótesis denominada “estancamiento secular” (más sobre este concepto en De la Dehesa: ¿Estancamiento secular en el siglo XXI?) ¿Qué significa esto? El desequilibro entre ahorro e inversión podría haber hecho descender el “tipo de interés real normal” -el que permite alcanzar el pleno empleo- hasta el -2% ó -3% (tipos de interes negativos!!!!), lo que haría inalcanzable tanto el tipo de interés mismo como el pleno empleo. En cualquier caso, Summers para superar este desequilibrio también se inclina por aumentar la inversión pública. Más detalles y gráficos en The Economist: Secular Stagnation in graphics: Doom and Gloom.

Comentarios