Un poema de William Blake: El deshollinador
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Cuando mi madre murió, yo era muy joven,
Y mi padre me vendió cuando mi lengua
Apenas podía gritar: “¡Esonillador!”
Hoy deshollino vuestras chimeneas y duermo en el hollín.
Vino entonces un ángel con una llave brillante,
Que abrió los ataúdes y liberó a todos;
Saltando, riendo, por verdes prados corrieron,
Se lavaron en el río y brillaron al sol.
Entonces, desnudos, blancos, atrás dejaron sus bolsos,
Subieron a las nubes y jugaron en el viento;
El Ángel le dijo a Tom que si era un buen muchacho,
Tendría a Dios como padre y siempre estaría contento.
Y luego Tom se despertó; oscuro nos levantamos,
a nuestros trabajos fuimos con los bolsos y cepillos,
y aunque la mañana era fría, el feliz Tom tenía calor.
Si se cumplen los deberes, nada debe temerse.
P.D. Si queréis comprobar qué tal os iría en tiempos de la Revolución Industrial podéis ir aquí y aquí.
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