¿Por qué hay y seguirá habiendo terrorismo yihadista? Olivier Roy: Jihad and Death

Quizás para entender lo que sucede actualmente con el terrorismo yihadista haya que leer el último libro de Olivier Roy publicado en 2017: Jihad and Death. The Global Appeal of Islamic State. Un extenso resumen de sus hipótesis aparecen en The Guardian (en español: aquí, aquí y aquí). Sobre el Estado Islámico se puede consultar esta extensa sección de la Revista 5W. Y en GlobalHisco, aquí.

Por lo general, existen dos visiones ampliamente extendidas que tratan de explicar los últimos atentados terroristas del Estado Islámico en París (noviembre 2015), Bruselas (marzo 2016), Berlín (diciembre 2016), Londres (junio 2017) y Barcelona (agosto 2017): (i) el terrorismo radical se ha visto retroalimentado por el legado colonial, las intervenciones militares occidentales en Oriente Medio y la exclusión social de los inmigrantes y sus hijos y (ii), la existencia de un fuerte vínculo entre la violencia terrorista y la radicalización religiosa del Islam vía Arabia Saudita a través del salafismo, la interpretación ultraconservadora de la fe. Ojalá algunas de las dos explicaciones fuera la cierta... porque sencillamente tendríamos una respuesta. Sin embargo, quienes afirman esto (un ejemplo de esta visión totalmente errónea y sesgada, aquí) jamás subrayan una realidad mucho más compleja caracterizada por (a) las rivalidades entre los distintos gobiernos y/o países islámicos (por ejemplo, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto han cortado sus relaciones con Qatar porque este país apoya el terrorismo; o, en el norte de África, la fuerte rivalidad existente entre Marruecos y Argelia), (b) una guerra no declarada entre suníes (con Arabia Saudí a la cabeza) y chiíes (Irán) y (c) los intereses geoestratégicos de EEUU y Rusia.


Quienes cometen los atentados no son los refugiados, ni los habitantes de la franja de Gaza, ni los ex-combatientes procedentes de Afganistán, Irak y Libia. Tampoco son los más pobres, ni los más humillados ni tan siquiera los menos integrados en los países occidentales. Y tampoco es cierto que el gobierno de Arabia Saudí esté financiando directamente el terrorismo radical en Occidente. Nadie niega que los saudíes apoyan la corriente más conservadora del Islam con todo lo que ello implica en la geopolítica mundial y que su intervención en Yemen desde 2015 contra los hutíes (una rama del islam chií) está produciendo innumerables pérdidas humanas. No seré yo quien defienda las políticas saudíes, pero hasta ahora las únicas evidencias (más detalles aquí) únicamente muestran que particulares y ONGs saudíes han enviado dinero al Estado Islámico sin que las autoridades saudíes hagan todo lo que podrían y/o deberían hacer (documentos wikileaks aquí; archivo NY Times, sobre los lazos con el extremismo religioso de Arabia Saudí y Qatar, aquí; sobre el papel de Arabia Saudí, en español, aquí y aquí). Y por cierto, el origen de las armas utilizadas por los terroristas yihadistas en Europa tiene poco que ver con Arabia Saudita: la mayoría procede de robos en cuarteles militares, arsenales de la antigua Yugoslavia y del mercado civil de Europa del Este (más detalles aquí).

¿Quiénes son los nuevos yihadistas? Según Olivier Roy, los nuevos terroristas no son islamistas radicales sino jóvenes radicales que se hacen islamistas. Para este autor, los terroristas islámicos de hoy no son muy diferentes a los de izquierdas de los años setenta o a los anarquistas de finales del XIX. Es más, para Roy estamos ante una revuelta generacional que apuesta por el culto a la violencia (véase a modo de ejemplo las matanzas en EEUU) y una actitud nihilista que encuentra en el salafismo un contexto ideal. En líneas generales, se trata de jóvenes inmigrantes de segunda generación que se han integrado más o menos correcta en la sociedad en la cual viven. La mayoría de estos chicos están inmersos en la cultura juvenil de su tiempo, en otras palabras van a discotecas, beben, fuman, se visten con ropas de marca, van a la moda, les gusta el fútbol, salen con chicas, estudian o trabajan y (atención) no son especialmente religiosos. Otro rasgo común es que casi todos ellos se han radicalizado en el salafismo tras pasar un pequeño periodo de tiempo en la cárcel por delitos de poca entidad: robos con violencia o tráfico de drogas a muy pequeña escala. Si Olivier Roy está en lo cierto, creo que el terrorismo yihadista va a ser mucho más difícil de erradicar de lo que todos pensamos.

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