Zygmunt Bauman: ¿a quién beneficia la riqueza de unos pocos?

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Os recomiendo el último libro del sociólogo Zygmunt Bauman, ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? En dicho libro, el autor recopila material de distintas fuentes y artículos para afirmar que la riqueza de unos pocos no beneficia al conjunto de la sociedad. El libro está dividido en una introducción y en cuatro capítulos: (i) ¿Hasta qué punto hay desigualdad hoy?; (ii) ¿Por qué toleramos la desigualdad?; (iii) Algunas grandes metiras sobre las que se asienta una mentira todavía mayor; (iv) Palabras contra hechos: una reflexión a posteriori. Generalmente se afirma que la mejor forma de ayudar a los pobres a salir de la miseria es permitiendo que los ricos sigan siendo más ricos. ¿Por qué? Porque generan riqueza que reinvierten en la sociedad. Sin embargo, esto no se percibe para nada en la realidad (Lansey: "Inequality: The Real Cause of Our Economic Woes"). De hecho, no está nada claro que la diferenciación de las posiciones sociales, de las capacidades, de los derechos y de los reconocimientos sea un mero reflejo de las diferencias en los dones naturales y las contribuciones de sus miembros al bienestar de la sociedad (p. 31). Más bien al contrario. Veamos algunos ejemplos.

En 1979 el estudio de Richard H. de Lone (Carnegie Institute): "Small Futures: Children, Inequality, and the Limits of Liberal Reform", demostraba que el futuro de un niño estaba determinado por sus circunstancias sociales, por su lugar geográfico de nacimiento y por la situación social de sus padres, y no por su inteligencia, talento, esfuerzo y dedicación. El hijo de un abogado de una gran compañía tenía 27 veces más probabilidades que el hijo de un operario (ambos sentados en el mismo pupitre en la misma clases, haciéndolo igual de bien, estudiando con la misma dedicación y teniendo el mismo coeficiente de inteligencia) de recibir a los 40 años un salario que lo situará entre el 10% más rico del país. Menos de tres décadas después, en 2007, las cosas han empeorado: la brecha se ha ampliado y profundizado. Un trabajo de la Oficina del Presupuesto del Congreso estadounidense mostró que la riqueza del 1% más rico de la población norteamericana sumaba 16.8 millones de dólares, 2.000 millones más que toda la riqueza del 90% más pobre de la población. Según el Center for American Progress, durante estas tres décadas la renta media del 50% más pobre de la población estadounidense creció un 6%, mientras que la renta del 1% más rico creció un 229% (pp. 22-23) (podéis ampliar información en Explorations in Social Inequality y en esta entrada de la BBC, Cómo la desigualdad asfixia a EEUU)

Los puntos y/o afirmaciones que critica son fundamentalmente cuatro (p. 45):
  1. El crecimiento económico es la única manera de hacer frente y de superar todos los desafíos y los problemas que genera la coexistencia humana.
  2. El crecimiento continuo del consumo, o más precisamente una acelerada rotación de nuevos objetos de consumo, es quizás la única manera, o en todo caso la principal y más eficaz, de satisfacer la búsqueda humana de la felicidad.
  3. La desigualdad entre los hombres es natural, y adaptar las oportunidades de la vida humana a esta regla nos beneficia a todos, mientras que intentar paliar sus efectos nos perjudica a todos.
  4. La competitividad (con sus dos caras: el reconocimiento del que se lo merece y la exclusión /degradación del que no se lo merece) constituye una condición necesaria y suficiente de la justicia social así como de la reproducción del orden social.
Otros dos libros igual de interesantes son La cultura en el mundo de la modernidad líquida (en opinión de Bauman, la cultura busca seducir al pueblo y no ilustrar al público) y Sobre la educación en un mundo líquido. En este último analiza los problemas a los cuales se enfrentan los nuevos graduados universitarios -excelentemente preparados y con grandes expectativas-, pero avocados a no encontrar un buen trabajo. Os cito textualmente: "Es que hay, por decirlo así, una sobreproducción de licenciados. Las generaciones que ha habido tras la II Guerra Mundial, diferentes entre sí todas ellas, la del boom, la X, la Z, han tenido un común denominador, han superado el bienestar de sus padres. Y esta va a ser la primera generación que se enfrente a la posibilidad no ya de no superar el bienestar de sus padres sino de mantenerse en el mismo nivel o incluso retoceder". Y añade, "es un hecho que todas las revoluciones totalitarias, de izquierda o de derecha, han sido producidas por la inteligencia sin futuro, sobrante. No han sido alzamientos espontáneos de las bases, sino levantamientos guiados por personas inteligentes, insatisfechas y frustradas".

Acabo con dos citas. La primera corresponde a Adam Smith: "Esta disposición a admirar, y casi idolatrar, a los ricos y poderosos, y a despreciar o, como mínimo, ignorar a las personas pobres y de condición humilde es la principal y más extendida causa de corrupción de nuestros sentimientos morales". La segunda proviene de Keynes (Ensayos de Persuasión, "Posibilidades Económicas para nuestros nietos"): "la avaricia es un vicio, la práctica de la usura es un delito, y el amor al dinero es detestable... Debemos una vez más valorar los fines por encima de los medios y preferir lo que es bueno a lo que es útil".

P.D. En mi opinión, en economía no podemos fiarnos de los economistas para los cuales todo es normal (en 2003 Robert Lucas anunció que la desregulación de los mercados financieros era la solución y/o la prevención ante futuras depresiones) ni de aquellos que critican la economía de mercado mediante la técnica del "bla, bla, bla" (al igual que si estoy enfermo prefiero ir a un médico que a un curandero, algo similar deberíamos hacer con estos críticos de la economía). En política, abogaría por ser un ateo ideológico. Definitivamente hago mías las palabras de Smith y Keynes.

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