Gastar o no gastar, ser o no ser Keynesiano
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En periodos de crisis hay qué estimular el gasto o por encima de todo reducir el déficit. Es obvio que las deudas hay que pagarlas y cuánto más elevado sea el déficit, mayores serán los intereses que habrá que pagar el año que viene. En otras palabras, cuando nos endeudamos estamos dejando la deuda actual (y sus intereses) para nuestros hijos y nietos. Pero claro, si reduzco gastos y adopto políticas de austeridad para reducir el déficit a lo mejor debo realizar recortes en sanidad, pensiones y educación (entre otras partidas).
Veamos que nos dice la historia económica reciente sobre Suecia. En 1990 el excedente presupuestario de la economía sueca representaba el 4 % del PIB. Sin embargo, en tres años las finanzas públicas se hundieron: en 1993, el déficit era del 13 %. En la actualidad, ninguno de los países de la eurozona afectados por la crisis tiene un agujero tan grande en sus cajas. Para muchos especialistas el Estado del bienestar había precipitado al país nórdico al declive. La catástrofe fue consecuencia del crack inmobiliario y de la subsiguiente crisis bancaria. Al principio, el Estado no era el que estaba endeudado en exceso, sino los hogares y las empresas. Cuando estalló la burbuja, se impusieron políticas de austeridad. Se ahorró masivamente durante varios años, lo que provocó la caída en la inversión y el consumo y por consiguiente en la demanda (justo lo que está sucediendo en varios países de la eurozona). Es decir, el déficit presupuestario sueco fue el resultado de las políticas de austeridad a las que se sometió al sector privado. De hecho, la deuda no había aumentado: simplemente había pasado del sector privado al sector público, se colectivizó. En esta tesitura, Suecia optó por adaptarse a un déficit importante durante un periodo de transición para no agravar más el desempleo y la producción.
Krugman es muy crítico con las políticas de austeridad (Citando a Keynes, La expansión, no la recesión, es el momento idóneo para la austeridad fiscal). Tenéis un ejemplo en este artículo titulado "La hora de la política fiscal" y en este otro donde realiza una semblanza de Friedman, en el artículo "Quién era Milton Friedman". Por el contrario, Sala-i-Martín es muy crítico con las políticas keynesianas. Comprobarlo en esta entrevista.
Para saber más os recomendaría leer a Fisher, Keynes (video aquí), Hayek y Friedman.
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